La Pascua es la fiesta de la Resurrección de Jesús. Es la fiesta del calendario litúrgico más importante para los cristianos, puesto que la Resurrección significa el trunfo sobre el mal y la muerte, y la esperanza en una nueva vida junto a Dios. También podemos decir que es la fiesta más antigua, puesto que hay registros sobre ella desde el siglo II, allá por el año 150 d.C.
La Pascua tiene una duración de 50 días. Comienza el Domingo de Resurrección o de Pascua y termina el Domingo de Pentecostés, día en el que el Espíritu Santo desciende sobre María y los apóstoles (Hch 2). El otro día importante es el jueves de la Ascensión, 40 días después de la Resurrección (Mc 16,19; Lc 24, 50-51), en el cual, Jesús asciende al cielo y encarga la misión de bautizar y enseñar su mensaje en todas las naciones.
Como hemos visto, en Cuaresma y Semana Santa, salvo en las procesiones, la iglesia permanece poco ornamentada y las celebraciones son solemnes y austeras. Sin embargo, con la alegria de la Resurrección, volvemos a adornar la iglesia, la luz de Jesús, la luz de la Resurrección se hace presente en el
CIRIO PASCUAL y las celebraciones se inundan de canciones que expresan alegría.
El sacerdote, como en Navidad, vuelve a vestir de blanco, el color de las grandes fiestas cristianas, simbolizando pureza y alegría.
Nota: Como hemos estudiado también la Pascua judía, os recuerdo que aunque tienen el mismo nombre, ambas son muy distintas, ya que ésta última recuerda la salida del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto a través de Moisés, y por tanto es una festividad de la religión judía.